miércoles, 24 de diciembre de 2008

El joven Rafael Abella


Hoy empiezan las fiestas y con ellas un merecido descanso para muchos. No esperaba el de Rafael Abella. Mi buen amigo, que tanto enseñó y divirtió, ha decidido irse, tan joven, a sus noventa y un años. Siempre alegre, lúcido y con esa memoria que le permitía describir los más pequeños detalles de setenta años atrás como vividos el día anterior.

Le creí inmortal y lo es para todos los que le conocimos. No estará físicamente pero su historia, sus historias y su coherencia siempre impregnarán nuestros espacios. A él, tan ciudadano, tan alejado de la intolerancia, tan respetuoso con el diferente, tan barcelonés, le dedico estos dos artículos que hablan de lo que el estudió tan maravillosamente, la guerra civil "los tres años que España luchó contra si misma" y la libertad.

En estos tiempos en que lo hosco cede el paso a lo armonioso, quiero evocar unas palabras suyas que incluyó en el prólogo del segundo volúmen de "La vida cotidiana durante la guerra Civil":
"La identidad de voces, la similitud de actitudes, la bárbara y pareja grandeza con que los machos ibéricos iban a morir luchando unos contra otros por unas ideas, no podía hacer creer en la existencia de dos Españas. Todo amor, odio, valor crueldad, pasión y muerte salían de la misma fuente, de la misma sangre, de la misma España, rota en dos pedazos".

Un último recuerdo para Mercedes, a quien tanto amó y con quien tanto compartió.


Els nostres inmigrants


El “Pacte Nacional per la Immigració" ha sido firmado por lo más granado del poder catalán y por unas pocas asociaciones de inmigrantes controladas por el entorno socialista e independentista. Está abocado al mayor de los fracasos, por irreal. Después de tantos meses de trabajo resulta que la principal razón del pacto era condicionar el acceso a determinados permisos y derechos al conocimiento de los inmigrantes de la lengua catalana. Para justificarlo vale todo, como definir al catalán como “lengua vehicular de acogida”, sabiendo que son miles los extranjeros que con el español como lengua materna encuentran trabajo y hospitalidad en nuestra tierra. Este idioma les permite comunicarse con el resto de la población, a excepción de con un reducido número de obstinados que se empeña en hacerles ver que sólo serán “benvinguts” si lo hacen en catalán.

Si hay un mundo en el que la movilidad es fundamental es el de la inmigración. Muchas personas arriesgan sus vidas en infames pateras o invierten sus escasos ahorros en los viajes que les transportarán al primer mundo. Desde lejanas latitudes llegan a Zaragoza o a Tarragona y no lo hacen para cuidar del manto de la Virgen de Pilar o para aprender el misterio “dels pronoms febles” sino para trabajar y poder enviar algunas remesas de divisas a sus países de origen. Hoy están aquí y mañana a seiscientos kilómetros.

En cambio, los firmantes del Pacto, obsesionados por una amputada forma de entender la catalanidad, tratan de hacerles más difíciles su vida y su movilidad. El asunto es evidentemente político, lo que pretenden es guardar las esencias patrias y que los recién llegados contribuyan con su cuota a la escenografía catalanista. En el imaginario de la “Nació catalana”, España y el castellano como lengua oficial sobran y para ello se inventan lo del catalán como lengua común de los catalanes.
El fanatismo es mal consejero porque no permite ver con claridad la realidad. A pesar de todo, florece, como en el caso de las mujeres pakistaníes a las que se les enseña el canto de “Els Segadors” (¡la prueba del algodón de la integración que no pasarían miles de catalanes nacidos aquí!) y que, acto seguido, por mero interés práctico, solicitan aprender el castellano.

Estas medidas, tan “progresistas”, las firman organizaciones que se autocalifican de izquierdas, pero las copian de los dirigentes más reaccionarios de otras latitudes, sin ir más lejos, Padanía, Austria o Flandes. ¡Felices Fiestas, en paz y sin discriminación por razón de religión, raza, creencia, origen o lengua!

(Publicado en e-noticies el 24 de diciembre http://blogs.e-noticies.com/jose-domingo/els_nostres_inmigrants.html

¡Viva la muerte!

Se está representando durante estos días en Madrid “Cantando bajo las balas”, un “cabaret necrófilo”, según califica la obra su autor, Antonio Lavín. En ella se rememora la figura del General Millán Astray y se da especial relevancia a su conocido enfrentamiento con Unamuno en la Universidad de Salamanca. En su paraninfo, el 12 de octubre de 1936, el fundador de la Legión pronunció un discurso que molestó profundamente a Unamuno quien, valientemente, le replicó:

- “El General Millán Astray es un mutilado que quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada”.

Furioso, Millán Astray dio un golpe sobre la mesa y respondió a voces:

- “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! ¡Basta ya de intelectuales bastardos, intelectuales que están envenenando las mentes de nuestra juventud! ¡Viva la muerte y viva mil veces la muerte!"

Escuchando las soflamas de Joan Tardà y de Manuel Fraga, tan distantes y tan próximos, en las que se utilizan como argumento dialéctico la muerte del adversario político, es más necesario que nunca reivindicar, como hizo entonces Unamuno, la apelación a la razón y al derecho como instrumentos de persuasión.

Publicado en e-noticices el 14 de diciembre de 2008
http://blogs.e-noticies.com/jose-domingo/viva_la_muerte.html

1 comentario:

López dijo...

Conocí un poco la figura de Rafael Abella a raíz de su libro “Guerrilleros” (a través de entrevistas en prensa y TV, fundamentalmente) y, efectivamente, parecía una persona muy lúcida y con muchas cosas que aportar. Ahí queda para siempre su obra.

Sobre los dos artículos, la verdad es que, visto desde fuera de Cataluña, es sorprendente e indignante observar cómo el PSC se pliega de esa manera a las políticas nacionalistas. Es igualmente lamentable esa práctica de “dejar hacer” a ERC en el Gobierno catalán, con el dispendio de recursos escasos que están llevando acabo para lograr aquello de “construir nación”. A mí me parece gravísimo. Siempre he tenido la impresión de que ERC es la Liga Norte “a la española”; como dice su artículo sobre inmigración, estos, de progresistas tienen lo justico. Si esto pasara en otros sitios muchos se llevarían las manos a la cabeza y, sin embargo, aquí miran para otro lado. Una pena

Saludos!!

PD.- Muy atinada su intervención sobre el fraude de la Oficina Antifraude.