viernes, 30 de julio de 2010

Joan, no son emigrantes ¡son compatriotas!

ERC sabía lo que hacía cuando dio sus votos a José Montilla en la investidura de Presidente de la Generalitat. El líder de los capitanes, aquel movimiento interno del PSC que pretendía desalojar a su sector más catalanista, llegaba a la Generalitat y hacía visible que con independencia del origen en Cataluña es posible ser “presidente del país”, eso sí, siempre que se firme el muy sui generis contrato con Cataluña que ha redactado el nacionalismo catalán. Joan Puigcercós en un artículo de su blog califica de audacia intelectual esta teoría que alumbré en un reciente pleno del Parlament y tergiversa mis tesis. En Cataluña, hace mucho tiempo que la clase social paso a un segundo plano, el principal referente es el de la identidad.

En su artículo entrecomilla palabras que yo no pronuncie y que fueron traducidas por su subconsciente a un lenguaje que me resulta muy extraño. Basta con acudir al diario de sesiones, yo dije lo siguiente:

Permítanme que les haga una confidencia personal: una de las escenas que más me han emocionado de mi experiencia como parlamentario fue observar a los padres del presidente Montilla -cortados por el mismo patrón que los míos, andaluces también y gente trabajadora, que se esforzaron en sacar a sus hijos adelante-. Aquel día, despistados pero a la vez orgullosos, en la toma de posesión de su hijo como presidente de Cataluña, a mí me emocionaron.

Sé que durante esta legislatura a ciertos integrantes de algunas formaciones les ha costado reconocer al señor José Montilla como Molt Honorable President de todos los catalanes. Todavía hoy hay personas que lamentablemente consideran que la Generalitat es patrimonio de una determinada casta política o de lo que se entiende por família de classe bona.

El presidente Montilla rompió un tabú y los catalanes que entendemos Cataluña como una suma de identidades y orígenes nos sentimos orgullosos de ello.

Al final de la legislatura he de expresarle, presidente, mi profunda decepción. El ascensor social funcionó pero ahora sabemos que quien le ascendía le exigía una contrapartida y contaba con una coartada, la letra pequeña que tenía como misión hacer inasumible la Cataluña para todos, la Cataluña integradora. Creo sinceramente que no le ha valido la pena. No espere agradecimientos por los servicios prestados, el nacionalismo es así. Ya ve, le permitieron encabezar una manifestación al mismo tiempo que algunos de ellos pretendían expulsarle al grito de «botifler, botifler».


No utilicé la palabra emigrante, jamás la emplearía con los españoles nacidos en otras partes de España que residen en Cataluña. Somos compatriotas. Tampoco pretendo hacer de la identidad un fenómeno estático, porque creo en la suma de identidades.

De hecho, celebro - y lo digo sin ironía- que el Presidente Montilla haya mejorado su catalán a lo largo de la legislatura y que al final de ella no necesite de chuletas para realizar dedicatorias en sus libros de firmas. Mi reproche se constriñe al hecho de que haya aceptado el rol catalanista con la fe del converso, y que haya aceptado, sumiso, las condiciones que fija el Poder. Los poderosos de entonces hicieron que López Rodo o Masso renunciarán a utilizar el catalán cuando gobernaban y ahora imponen a Montilla la exclusión del castellano en sus intervenciones públicas. El “fill de la minyona”, por seguir el símil utilizado por el propio Puigcercós en su intervención en el debate extraordinario sobre la sentencia del Tribunal Constitucional, ha fijado las reglas del juego y son las mismas que las de la "familia de casa bona".

Aquí, con la apelación a la unidad civil y a la represión del franquismo se chantajea a la comunidad a la que pertenecen los padres de Montilla (hablo en sentido figurado).

Estos catalanes castellanohablantes también quisieran verse reflejados en sus instituciones y algunos de ellos empiezan a tomar conciencia de que son rechazados y de que la razón de la aversión no tiene nada que ver con la condición social sino con el empeño del Poder en hacer valer una identidad única. Probablemente, Joan Puigcercós y yo tenemos parecidos orígenes sociales, ninguno de los dos procedemos de familia burguesa, y, sin embargo, nos encontramos muy alejados. El trabaja desde el Poder, del que forma parte, para anular mis derechos y cambiar mi país y contra eso me rebelo. Quiero que entienda que no pretendo anular su identidad, con Joan Puigcercós y con otros me he expresado siempre en catalán en la Cámara, sino sumar la suya a la mía. He incorporado el catalán a mi identidad, al igual que él ha incorporado el castellano a la suya, pero me niego a olvidar la lengua de mis padres, de la misma manera que el Presidente de ERC tiene siempre presente el buen catalán que habla.

La solución es muy sencilla, el bilingüismo institucional y la libertad individual pero, claro, en ese escenario el Poder catalán se encuentra incómodo porque necesita de la lengua única para acentuar la diferencia que haga más transitable el camino hacia la independencia. Por ello, me parece preocupante y próximo a la traición que el PSC, con el Presidente Montilla al frente, hayan asfaltado la tortuosa e incómoda carretera de montaña para convertirla en una vía rápida. Ahora bien, los excesos de velocidad son peligrosos y se corre el riesgo del accidente, la fractura social.

1 comentario:

Silvia Darnis - embolic dijo...

"Aquí, con la apelación a la unidad civil y a la represión del franquismo se chantajea a la comunidad a la que pertenecen los padres de Montilla (hablo en sentido figurado).

Estos catalanes castellanohablantes también quisieran verse reflejados en sus instituciones y algunos de ellos empiezan a tomar conciencia de que son rechazados y de que la razón de la aversión no tiene nada que ver con la condición social sino con el empeño del Poder en hacer valer una identidad única."

usted disculpará, señor Domingo pero esta afirmación es arriesgada si no torticera y manipuladora.

¿no se ha peguntado usted porque los inmigrantes que pertenecen a la comunidad de los padres del señor Montilla (señor Montilla, un poco de respeto siempre es de agadecer), inmigrantes que llevan residiendo en la nuestra desde hace.. ¿cuanto tiempo? no han adoptado nuestro con más facilidad? pues sencillamente porque no se les obligó, ni se les enseñó, ni lo necesitaron, fuimos respetuosos con ellos, (a la vez que tontos) y de ahí que la población castellanohablante sea tan numerosa, pero no tonta, entienden perfectamente nuestro idioma e, incluso, comprenden perfectamente que sus descendientes deben dominarlo si no utilizarlo.

Intentar "convencerlos" de que son sistemáticamente rechazados o ignorados es, sencillamente, además de mentira sembrar provocar conflictos allí deonde no los hay ni ellos tienen. El conflicto lo tienen ustedes, nadie más.